21.10.11

¿Se puede llegar al extremo de haber ofrecido tanto de ti mismo que sea imposible poder ofrecer algo más?
Reflexiones sin sentido como éstas y muchas otras inundan mi cabeza en tardes frías y vacías como las de hoy.
No es la notable bajada de la temperatura de estos días la que hace que me sienta congelada hasta lo más profundo.Es la ausencia de un abrazo, de esa palabra que susurrada en tu oído grita a tu amor propio que continúe sin rendirse.
Es añorar una sonrisa que haga brillar hasta el día más oscuro, la delicadeza de una caricia perdida en el costado.
He perdido la motivación que empuja a la búsqueda de caminos alternativos.
Para mí ya no hay brújulas capaces de mostrar el norte, es el caprichoso defecto de los casos perdidos como yo.
Cada palabra que tecleo me parece más patética que la anterior. Estoy ya cansada de mis propios convencionalismos, de secretos a voces que no aguantan más encerrados bajo llave.
¿Hay alguien dispuesto a intentar abrir esa cerradura?Perdí la llave hace ya mucho tiempo...
No son comparaciones sin sentido, no tienen la simple función de embellecer lo que escribo ahora, esta carta sin remitente que pocos adornos pueden suavizar.Se me han acabado los recursos que puedan disimular todas esas sucias verdades tan indeseables para cualquiera.
Siguiendo con mi explicación, en mi opinión conocer a alguien hasta el punto de poder considerar que es posible dar una descripción poco alejada de la realidad, es ir abriendo las cajas que encierran tu esencia, desde lo más superficial hasta esos recuerdos que por motivos desconocidos aún tienes presentes en tu memoria.
Depende solamente de ti coger la llave que solo tu eres capaz de ver aunque se encuentre a los ojos de todo el que te rodea y deshacerte de las cerraduras.Dicen que llega un momento en la vida en el que una persona aparece, cuya llave encaja perfectamente en tu cerradura.(Esto último no tiene connotaciones fisiológicas).No estoy de acuerdo. Pueden conseguir que dirijas la mano a la misma, pero recae en tu responsabilidad el hecho de abrir.
Pero...¿Qué es lo que ocurre cuando tu propia llave no abre ni para ti mismo?¿Es que a caso has cambiado tanto que la cerradura ha moldeado su forma de manera que te sea imposible desvelar los secretos que dejaste de escuchar?

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